Haas. Nebulosidad, tance y geometría – ARQ 017

AÑO:

Desconocido

DIMENSIONES DE LA FOTOGRAFÍA:

Desconocidas

LUGAR DE LA FOTOGRAFÍA:

Desconocidas

FOTÓGRAFO/A:

Ignacio Hochhäusler

TÉCNICAS FOTOGRÁFICAS Y USO DE MATERIALES:

Desconocidas

ARTISTA fotografiada:

Andrèe Haas

PROCEDENCIA DE LA FOTOGRAFÍA:

Centro de Documentación de las Artes Escénicas (DAE) del Archivo Municipal de Santiago

Descripción general:

En la fotografía de Ignacio Hochhäusler, se aprecia en una postura muy propia de la danza expresionista alemana con los brazos cruzados por sobre sus abdomen y hacia abajo rodeando su cintura. La bailarina Andrèe Haas fue un referente fundamental en la danza chilena. Nacida en Suiza, estudió Rítmica con Emilie Dalcroze en la década del veinte y danza con Mary Wigman en la década del treinta. Su vinculación del ritmo musical con el movimiento la llevaron a ser un referente en la enseñanza de la danza en Chile.

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D#01

La mirada hacia arriba nos vincula con un carácter trascendente, que se ve acentuado por la atmósfera nebulosa de la imagen. Como un ángel negro, Andrée Haas inclina la cabeza hacia atrás mientras mantiene la mirada fija y expectante, con los ojos abiertos, y los brazos se mantienen firmes, cruzados frente a sí. Su maquillaje acompaña la pose y el vestuario, entregándole un halo de oscuridad, expectación trascendente, como si se tratara de una danza extática. Ella mira hacia arriba como si estuviera o fuera a entrar trance. El tema del éxtasis y del trance también fue muy importante para la danza expresionista, como por ejemplo las técnicas de trance desarrolladas por Mary Wigman.

D#02

Uno frente al otro, los brazos de la bailarina se encuentran cruzados delante de su abdomen, apuntando hacia abajo en diagonal rodeando su cintura. Las manos acompañan este gesto generando un quiebre en el ángulo de la línea que dibujan los brazos. Con los dedos juntos unos con otros, las manos se encuentran extendidas apuntando hacia abajo, generando un gesto geométrico en alineación con los brazos. La postura de los brazos y manos, en combinación con el gesto de la cabeza hacia atrás generan una simetría en la imagen fotográfica que le da un carácter geométrico, propio del expresionismo en danza.

D#01

Trazos suaves, pero con decisión y claridad podían estructurar su movimiento. Sus trazos de movimiento presentan una flexión del cuerpo que muestra contorsiones, fuerza y ​​tensión en ciertas extremidades como los pies y las manos. Estos últimos se expanden dialogando con el movimiento de todo el cuerpo y denotando una fuerte carga expresiva, gestual que fluye y que dialoga, como postura, con El éxtasis de Santa Teresa (1652) de Gian Lorenzo Bernini. El gesto de las manos dialoga directamente con el gesto propuesto por el rostro de la bailarina. Su corporalidad en movimiento muestra una resistencia y una oposición en la postura, una sensación de querer ir hacia arriba con el movimiento y su intención, pero la fuerza de las manos y el esternón hacen suelo, como si hubiera mucha conciencia en la oposición, como si sintiera tanto un lado del cuerpo que se expande como el otro que se retrae, se contrae para darle más espacio al lado del cuerpo que sube. También como disociando el tren inferior del tren superior que, entre su rostro y la postura de sus brazos y manos, propone una situación íntima que proyecta una energía dinámica y espiritual al mismo tiempo.

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El desenfoque ha sido utilizado como técnica fotográfica desde principios del del siglo XX para enfatizar el movimiento. Fue así como el desenfoque pasó a ser parte esencial de las fotografías de danza. En varias fotografías de Ignacio Hochhäusler nos encontramos con este elemento, sin embargo, pareciera que el fotógrafo utilizó esta técnica para cumplir otras funciones adicionales. En esta imagen, el desenfoque está más bien orientado a producir una cierta nebulosidad, lo que le otorga a la fotografía una atmósfera nebulosa que dialoga con una cierta trascendencia enunciada en la pose de Haas.

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El contorno de la fotografía que rodea la figura de Andrèe Haas presenta una suerte de difuminación que genera una nebulosidad. El juego de luz y sombras, tanto en el cuerpo de la bailarina como en el fondo de la imagen, acentúa este carácter nebuloso. Surge aquí la pregunta si esta nebulosidad fue en parte generada a través de técnicas de post-producción de la imagen fotográfica. Pero también surge la pregunta por el deterioro de la materialidad de la fotografía, sobre todo si nos centramos en las aparentes decoloraciones en varios puntos de la superficie de la imagen, como a la altura de la cabeza de la bailarina o hacia la parte inferior del vestido, que le dan un aspecto envejecido.

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Trazos suaves, pero con decisión y claridad podían estructurar su movimiento. Sus trazos de movimiento presentan una flexión del cuerpo que muestra contorsiones, fuerza y ​​tensión en ciertas extremidades como los pies y las manos. Estos últimos se expanden dialogando con el movimiento de todo el cuerpo y denotando una fuerte carga expresiva, gestual que fluye y que dialoga, como postura, con El éxtasis de Santa Teresa (1652) de Gian Lorenzo Bernini. El gesto de las manos dialoga directamente con el gesto propuesto por el rostro de la bailarina. Su corporalidad en movimiento muestra una resistencia y una oposición en la postura, una sensación de querer ir hacia arriba con el movimiento y su intención, pero la fuerza de las manos y el esternón hacen suelo, como si hubiera mucha conciencia en la oposición, como si sintiera tanto un lado del cuerpo que se expande como el otro que se retrae, se contrae para darle más espacio al lado del cuerpo que sube. También como disociando el tren inferior del tren superior que, entre su rostro y la postura de sus brazos y manos, propone una situación íntima que proyecta una energía dinámica y espiritual al mismo tiempo.

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Andrèe Haas lleva un vestido aparentemente de color negro que deja sus brazos al descubierto. La tela del vestido se ajusta a su cuerpo para luego caer de manera recta hacia la parte inferior. Una tela más ligera, que pudiera ser parte del vestido, cubre sus hombros de manera liviana, generando otro tipo de peso. Esta diferencia de las caídas de las telas acentúa la tensión de las fuerzas opuestas producida por la pose corporal. Su cabeza hacia atrás y su cuello estirado genera una suspensión o elevación corporal, mientras que sus brazos y manos apuntan en la dirección contraria. Este juego de oposición de fuerzas en el movimiento fue un elemento importante en la danza expresionista.