Haas. Luz, espiritualidad y desenfoque – ARQ 041
D01
La imagen fotográfica exhibe una esquina superior e inferior dañada.
D02
El tipo de vestimenta y presentación del cuerpo nos recuerda tipologías particulares de la historia de la danza.
D03
Este tipo de gestos con las manos es característico del repertorio de muchos bailarines de danza expresionista alemana.
D04
La mirada introspectiva dirigida hacia abajo nos hace recordar una iconografía sagrada.
D05
La escenificación fotográfica dialoga con la escenificación coreográfica, generando un juego doble de sombras.
D06
La zonas de desenfoque le otorgan a la imagen la sensación de movimiento a pesar de la pose quieta del cuerpo.
AÑO:
Desconocido
DIMENSIONES DE LA FOTOGRAFÍA:
Desconocidas
LUGAR DE LA FOTOGRAFÍA:
Desconocidas
FOTÓGRAFO/A:
George Sauré
TÉCNICAS FOTOGRÁFICAS Y USO DE MATERIALES:
Desconocidas
ARTISTA fotografiada:
Andrèe Haas
PROCEDENCIA DE LA FOTOGRAFÍA:
Centro de Documentación de las Artes Escénicas (DAE) del Archivo Municipal de Santiago
Descripción general:
Andrèe Haas Bachmann fotografiada, presumiblemente, por George Sauré con su traje largo de satín y desplegando una pose en que sus brazos y manos generan un diálogo a la altura de su estómago y pecho. La posición de las manos, así como la vista hacia abajo es reiterativa en algunas fotografías de ésta colección.
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La impresión fotográfica presenta ligeros daños en las esquinas inferior y superior, lo que nos conecta con la idea de paso del tiempo y el envejecimiento de la materialidad de la imagen. Por otro lado, la fotografía está recortada en la parte inferior, cortando parte de la figura de Andrée Haas a la altura de su pie izquierdo. Esto nos hace preguntarnos por la función que pudo haber tenido esta imagen, que pudiera estar conectada con las razones por las cuales la imagen necesitó ser recortada.
El vestuario, un vestido largo y vaporoso, en combinación con los pies desnudos y el cabello suelto, corresponde a formas de presentación de la danza expresionista que se establecieron desde Isadora Duncan. Este tipo de vestido de danza, con varios efectos en la superficie, está en concordancia con una reforma de la vestimenta para danza de principios del siglo XX. No constriñe el cuerpo y se puede comparar con los vestidos de danza “puros” (sin referencias históricas o ilustrativas) de Grete Wiesenthal o Mary Wigman.
Trazos suaves, pero con decisión y claridad podían estructurar su movimiento. Sus trazos de movimiento presentan una flexión del cuerpo que muestra contorsiones, fuerza y tensión en ciertas extremidades como los pies y las manos. Estos últimos se expanden dialogando con el movimiento de todo el cuerpo y denotando una fuerte carga expresiva, gestual que fluye y que dialoga, como postura, con El éxtasis de Santa Teresa (1652) de Gian Lorenzo Bernini. El gesto de las manos dialoga directamente con el gesto propuesto por el rostro de la bailarina. Su corporalidad en movimiento muestra una resistencia y una oposición en la postura, una sensación de querer ir hacia arriba con el movimiento y su intención, pero la fuerza de las manos y el esternón hacen suelo, como si hubiera mucha conciencia en la oposición, como si sintiera tanto un lado del cuerpo que se expande como el otro que se retrae, se contrae para darle más espacio al lado del cuerpo que sube. También como disociando el tren inferior del tren superior que, entre su rostro y la postura de sus brazos y manos, propone una situación íntima que proyecta una energía dinámica y espiritual al mismo tiempo.
La composición coreográfica enfatiza la posición elaborada y geometrizada de los brazos y las manos, lo que presupone una dinámica implícita. Este tipo de gestos con las manos son característicos del repertorio de muchos bailarines expresionistas. La ligera flexión del cuerpo transmite dinamismo en la pose estática, ya que las caderas, la cabeza arqueada y el pie nos indican movimiento.
La concentración de su expresión facial y la mirada recogida, introspectiva y hacia abajo, tiene connotaciones potencialmente trascendentales y recuerdan ciertas iconografías de los santos, especialmente de María o las representaciones de ángeles. La cara brillantemente iluminada llama la atención. Llama la atención la intensa luminosidad de la cara.
Trazos suaves, pero con decisión y claridad podían estructurar su movimiento. Sus trazos de movimiento presentan una flexión del cuerpo que muestra contorsiones, fuerza y tensión en ciertas extremidades como los pies y las manos. Estos últimos se expanden dialogando con el movimiento de todo el cuerpo y denotando una fuerte carga expresiva, gestual que fluye y que dialoga, como postura, con El éxtasis de Santa Teresa (1652) de Gian Lorenzo Bernini. El gesto de las manos dialoga directamente con el gesto propuesto por el rostro de la bailarina. Su corporalidad en movimiento muestra una resistencia y una oposición en la postura, una sensación de querer ir hacia arriba con el movimiento y su intención, pero la fuerza de las manos y el esternón hacen suelo, como si hubiera mucha conciencia en la oposición, como si sintiera tanto un lado del cuerpo que se expande como el otro que se retrae, se contrae para darle más espacio al lado del cuerpo que sube. También como disociando el tren inferior del tren superior que, entre su rostro y la postura de sus brazos y manos, propone una situación íntima que proyecta una energía dinámica y espiritual al mismo tiempo.
Uno puede ver varias áreas desenfocadas en la fotografía, que generan una atmósfera muy específica en combinación con el juego dinámico de luces y sombras. Éstas son creadas por la doble iluminación del lado derecho con su punto más brillante en el fondo izquierdo y las partes del cuerpo giradas hacia la luz. De la situación espacial (como un relieve frente a una pared) se puede inferir un posicionamiento espacial específico, es decir, sobre un pedestal.
Trazos suaves, pero con decisión y claridad podían estructurar su movimiento. Sus trazos de movimiento presentan una flexión del cuerpo que muestra contorsiones, fuerza y tensión en ciertas extremidades como los pies y las manos. Estos últimos se expanden dialogando con el movimiento de todo el cuerpo y denotando una fuerte carga expresiva, gestual que fluye y que dialoga, como postura, con El éxtasis de Santa Teresa (1652) de Gian Lorenzo Bernini. El gesto de las manos dialoga directamente con el gesto propuesto por el rostro de la bailarina. Su corporalidad en movimiento muestra una resistencia y una oposición en la postura, una sensación de querer ir hacia arriba con el movimiento y su intención, pero la fuerza de las manos y el esternón hacen suelo, como si hubiera mucha conciencia en la oposición, como si sintiera tanto un lado del cuerpo que se expande como el otro que se retrae, se contrae para darle más espacio al lado del cuerpo que sube. También como disociando el tren inferior del tren superior que, entre su rostro y la postura de sus brazos y manos, propone una situación íntima que proyecta una energía dinámica y espiritual al mismo tiempo.